lunes, 29 de noviembre de 2010

Valores Religiosos

Fin Objetivo: Dios
Fin Subjetivo: Santidad
Actividades: Culto interno y externo, virtudes sobrenaturales
Preponderancia: Toda la persona dirigida por la Fe.
Necesidad que satisface: Autorrealización
Tipo de Persona: Santo
Ciencia que lo estudio: Teología


Valores Estéticos

Fin Objetivo: Belleza
Fin Subjetivo: Gozo de la armonía
Actividades: Contemplación, creación, interpretación
Preponderancia: Toda la persona ante algo material.
Necesidad que satisface: Autorrealización
Tipo de Persona: Íntegra
Ciencia que lo estudio: Estética




Crítica constructiva: Se puede definir como todo aquel discernimiento que solemos realizar, con el objetivo de ayudar a los demás. Se la considera como una actitud madura, responsable y llena de respeto hacia quienes esta dirigida.

Su valor se funda básicamente en el propósito de lograr un cambio favorable que beneficie a cada una de las personas involucradas en determinadas circunstancias, en sentido de colaboración y respeto fundamentalmente. Sin embargo, hay que tener en cuenta que a veces corremos el riesgo de sujetarnos a este único punto de vista, sin tener presente cuales son verdaderamente las necesidades de los demás.

Es por ello, que esta actitud de criticar constructivamente desarrolla valores muy importantes como lo son la lealtad, honestidad, sencillez, respeto y la amistad. Siempre debemos dejarle en claro al receptor de que nuestra intencionalidad es criticar para construir y de esa manera cambiar y mejorar nuestra forma de vida. Todo ello evitará malos entendidos y una mejor predisposición del sujeto a recibirlo.

Por lo general, nos ocurre que manifestamos inconformidad casi de todo, lo que tiende a realizar una crítica en forma de oposición y rechazo a todo aquello que nos disgusta; es decir hablamos sin fundamentos como simples autoridades competentes. Y por lo tanto son pocas las veces que realizamos un juicio objetivo y valiente sobre nuestro comportamiento y modo de pensar.

Las críticas que realizamos son porque no nos gusta la forma en la que se trabaja en el ámbito diario en el que nos encontramos, calificamos negativamente a nuestros colegas, señalando sus defectos, costumbres y hábitos de nuestros conocidos y amigos, nos enfurecemos cuando en casa las cosas no se hacen a nuestro antojo. Sin embargo, todas ellas son críticas duras y severas hacia personas que conocemos y lugares al que concurrirnos. La cuestión sería preguntarnos si todas estas opiniones negativas son favorables o constructivas en algo.

No debemos olvidarnos que las actitudes honestas, leales y sencillas; determinan que nuestras críticas adquieran valor. Si hay determinadas cosas que nos incomodan, la acción más acertada es acercarnos a los interesados y expresarles abiertamente nuestro punto de vista, logrando que ellos dispongan de su escucha y obtengamos un resultado provechoso para todos.

Ser autocríticos, es evaluar con sencillez y valentía nuestro modo de ser, para concretar finalmente los propósitos que nos ejerciten el verdadero valor de la crítica constructiva. Por ejemplo; escuchar y preguntar a las personas tratando de evaluar cada situación que se presenta, para obtener los elementos que formaran un juicio correcto y acertado para la misma.

Además, debemos tener en cuenta que para ayudar a los demás debemos examinarnos a nosotros mismos, y no criticar por el solo hecho sin saber si no poseemos o hacemos los mismos errores.

Descubre siempre todo lo bueno de las personas y de las cosas. Medita tus intenciones y sentimientos antes de pronunciar algo que no tenga vuelta atrás, remitiéndote a los hechos y no a simples suposiciones. Y lo más importante es que para mejorar tu mismo, debes aceptar con madurez todo tipo de críticas y comentarios que hacen a tu persona.

En conclusión, la reflexión es el camino que debe adoptarse para formular de manera responsable cualquier tipo de crítica. El respeto que debemos a las personas se manifiesta procurando su mejora individual. Finalmente, ello nos llevará a actuar con justicia, convirtiéndose en una actitud de servicio e interés hacia nuestros pares.

SERVICIO

Servir implica ayudar a alguien de una forma espontánea, es decir adoptar una actitud permanente de colaboración hacia los demás. Una persona servicial supone que traslada esta actitud a todos los ámbitos de su vida: en su trabajo, con su familia, ayudando a otras personas en la calle, cosas que aparecen como insignificantes, pero que van haciendo la vida más ligera y reconfortante. Es posible que recordemos la experiencia de algún desconocido que apareció justo cuando necesitábamos ayuda, que luego después de ayudarnos, se perdió y no supimos nada más.

Las personas que son serviciales están continuamente atentas, observando y buscando la oportunidad para ayudar a alguien. Siempre aparecen de repente con una sonrisa y las manos por delante dispuestos a ayudar, en todo caso, recibir un favor hace nacer en nuestro interior un profundo agradecimiento.

La persona servicial, ha superado barreras que parecen infranqueables para las otras personas:

- El miedo a convertirse en el que “siempre hace todo”, en el cual, las otras personas, descargarán parte de sus obligaciones, aprovechándose de su buena predisposición. Ser servicial no es ser débil, incapaz de levantar la voz para negarse, al contrario, por la rectitud de sus intenciones sabe distinguir entre la necesidad real y el capricho.

- Muchas veces nos molestamos porque nos solicitan cuando estamos haciendo nuestro trabajo, o relajados en nuestra casa (descansando, leyendo, jugando, etc).

En estos momentos pensamos ¡Qué molesto es levantarse a contestar el teléfono, atender a quien llama la puerta, ir a la otra oficina a recoger unos documentos... ¿Por qué “yo” si hay otros que también pueden hacerlo?

En este sentido, poder ser servicial implica superar estos pensamientos y actitudes, en otras palabras, quien supera la comodidad, ha entendido que en nuestra vida no todo está en el recibir, ni en dejar la solución y atención de los acontecimientos cotidianos, en manos de los demás.

- A veces se presta un servicio haciendo lo posible por hacer el menor esfuerzo, con desgano y buscando la manera de abandonarlo en la primera oportunidad. Alli se manifiesta la pereza, que también impide ser servicial. Es claro que somos capaces de superar la apatía si el favor es particularmente agradable o de alguna manera recibiremos alguna compensación. ¡Cuántas veces se ha visto a un joven protestar si se le pide lavar el automóvil...! pero cambia su actitud radicalmente, si existe la promesa de prestárselo para salir con sus amigos.

Cada vez que ayudamos a alguien, por pequeño que sea, nos proporciona esa fuerza para vencer la pereza, dando a quienes nos rodean, un tiempo para atender otros asuntos o simplemente, descansar de sus labores cotidianas.

La base para vivir este valor es la rectitud de nuestras intenciones, porque es evidente cuando las personas actúan por interés o conveniencia, llegando al extremo de exagerar en atenciones y cuidados a determinadas personas, por su posición social o profesional, al grado de convertirse en una verdadera molestia. Esta actitud tan desagradable no recibe el nombre de servicio, sino de “servilismo”.

Algunos servicios cotidianos están muy relacionados con nuestros deberes y obligaciones, sin embargo, siempre lo relegamos a los demás o no tomamos conciencia de la necesidad de nuestra intervención:

- Pocos padres de familia ayudan a sus hijos a hacer los deberes escolares, pues es la madre quien siempre está pendiente de esa cuestión. Darse tiempo para hacerlo, permite al cónyuge dedicarse a otras labores.

- Los hijos no ven la necesidad de colocar la ropa sucia en el lugar destinado, si es mamá o la empleada del hogar quien lo hace regularmente.

Algunos otros detalles de servicio que pasamos por alto, se refieren a la convivencia y a la relación de amistad:

- No hace falta preocuparse por preparar la cafetera en la oficina, pues (él o ella) lo hace todas las mañanas.

- En las reuniones de amigos, dejamos que (ellos, los de siempre) sean quienes ordenen y recojan todo lo utilizado, ya que siempre se adelantan a hacerlo.

Estas observaciones nos demuestran que no podemos ser indiferentes con las personas serviciales, todo lo que hacen en beneficio de los demás requiere un esfuerzo, el cual muchas veces, pasa desapercibido por la forma habitual con que realizan las cosas.

Ello supone que, como muchas otras cosas en la vida, adquirir y vivir un valor, requiere estar dispuestos y ser conscientes de nuestras acciones, orientadas hacia ese objetivo. Al respecto debemos realizar algunas consideraciones:

- Realizar esfuerzos por descubrir aquellos pequeños detalles de servicio en lo cotidiano y en lo común: ceder el paso a una persona, llevar esos documentos en vez de esperar que lo haga otro, ayudar en casa a juntar los platos y lavarlos, mantener ordenado el cuarto o mis objetos personales en el trabajo. Estas actitudes nos capacitan para hacer un mayor esfuerzo en lo sucesivo.

- Nunca prestamos atención, pero los demás hacen muchas cosas por nosotros sin que solicitemos su ayuda. Cada una de estas pequeñas situaciones pueden convertirse en un propósito y una acción personal.

- Debemos dejar de pensar que “siempre me lo piden a mí”. ¿Cuantas veces te niegas a servir?... seguramente muchas y frecuentemente. Existe un doble motivo para esta insistencia, primero: que nunca ayudas, y segundo: se espera un día poder contar contigo.

- Si algo se te pide no debes detenerte a considerar lo agradable o no de la tarea, por el contrario, sin perder más tiempo necesitas emprender la tarea que se te solicitó.

Todo esto nos lleva a una conclusión: esperar a recibir atenciones tiene poco mérito y cualquiera lo hace, para ser servicial hace falta iniciativa, capacidad de observación, generosidad y vivir la solidaridad con los demás, haciendo todo aquello que deseamos que hagan por nosotros, viendo en los demás a su otro yo.


jueves, 25 de noviembre de 2010


¿Cómo valora el ser humano?


El proceso de valoración del ser humano incluye una compleja serie de condiciones intelectuales y afectivas que suponen: la toma de decisiones, la estimación y la actuación.

Las personas valoran al preferir, al estimar, al elegir unas cosas en lugar de otras, al formular metas y propósitos personales.

Las valoraciones se expresan mediante creencias, intereses, sentimientos, convicciones, actitudes, juicios de valor y acciones.

Desde el punto de vista ético, la importancia del proceso de valoración deriva de su fuerza orientadora en aras de una moral autónoma del ser humano.

¿Cuáles tipos de valores existen?


No existe una ordenación deseable o clasificación única de los valores; las jerarquías valorativas son cambiantes, fluctúan de acuerdo a las variaciones del contexto. Múltiples han sido las tablas de valores propuestas.

Lo importante a resaltar es que la mayoría de las clasificaciones propuestas incluye la categoría de valores éticos y valores morales.

(a)valores de lo agradable y lo desagradable

(b) valores vitales

(c) valores espirituales: lo bello y lo feo, lo justo y lo injusto, valores del conocimiento puro de la verdad

(d) valores religiosos: lo santo y lo profano.

¿Cuáles son las características de los valores?

La humanidad ha adoptado criterios a partir de los cuales se establece la categoría o la jerarquía de los valores. Algunos de esos criterios son:

  • Durabilidad: los valores se reflejan en el curso de la vida. Hay valores que son más permanentes en el tiempo que otros.

  • Integralidad: cada valor es una abstracción íntegra en sí mismo, no es divisible.

  • Flexibilidad: los valores cambian con las necesidades y experiencias de las personas.

  • Satisfacción: los valores generan satisfacción en las personas que los practican.

  • Polaridad: todo valor se presenta en sentido positivo y negativo; todo valor conlleva un contravalor.

  • Jerarquía: hay valores que son considerados superiores (dignidad, libertad) y otros como inferiores (los relacionados con las necesidades básicas o vitales).

  • Las jerarquías

    De valores no son rígidas ni predeterminadas; se van construyendo progresivamente a lo largo de la vida de cada persona.

  • Trascendencia: los valores trascienden el plano concreto; dan sentido y significado a la vida humana y a la sociedad.

  • Dinamismo: los valores se transforman con las épocas.

  • Aplicabilidad: los valores se aplican en las diversas situaciones de la vida; entrañan acciones prácticas que reflejan los principios valorativos de la persona.

  • Complejidad: los valores obedecen a causas diversas, requieren complicados juicios y decisiones.

  • domingo, 7 de noviembre de 2010

    La Dimensión Filosófica de los Valores.

    Tocando a grandes rasgos la ética y la moral, aquella parte de la filosofía llamada práctica, destinada al estudio teórico de las acciones morales. Como disciplina independiente separada del estudio de la naturaleza por Aristóteles, cuya obra más famosa, Ética Nicomaquea, abarcó un conjunto de temas que excedían en mucho el restringido campo de la moralidad.

    En efecto, responde a la problemática inaugurada por Sócrates y Platón, que consistiría en lo siguiente: ¿De qué manera es necesario que un hombre viva su vida? , para dar respuesta a esta pregunta, no es necesario analizar todos los principios generales, sino reflexionar personalmente sobre la escala de valores en relación a la propia vida individual como integrante de una sociedad, y de una familia.

    La Ética como disciplina filosófica o científica, es una disciplina autónoma, que tiene por finalidad la construcción metódica de la estructura argumentativa o práctica nacional de la moralidad, entendiéndose en este campo, las obligaciones incondicionales que forman el ámbito de la acción social y política. Finalmente, estudio y análisis de los hechos reales, esto es existenciales históricas, culturales, sociales y políticas, donde se aplican la moral universal, especialmente en el mundo de la fe católica y Latinoamericano, el hombre o sujeto moral es formado mediante la educación religiosa, cultural, y en general en conocimientos históricos, los que impriman una IDENTIDAD CON VALORES HUMANOS que constituye su real naturaleza “La Moral, de la que no debe apartarse el hombre en toda su vida terrenal».

    La Comunicación Social y los Valores Humanos.

    La Comunicación como dice el Diccionario de Lengua Española, es un conjunto de técnicas que permiten la difusión masiva de mensajes escritos, orales, audiovisuales, a una audiencia numerosa y heterogénea y correos, teléfonos, fax, televisión, periódicos, revistas, Internet, a los cuales tiene acceso un público diverso: Niños, hombres, mujeres, ancianos de diferentes estratos sociales y de educación.

    Las comunicaciones masivas, tratándose de seres humanos con inteligencia, voluntad, libertad y razonamiento deben tomar muy en cuenta la moral para transmitir en forma positiva constructiva y formativa que permitan alcanzar el objetivo de cada país de cualquier parte del mundo una comunicación humana y cristiana, usando el vocabulario imágenes y la escritura, sin olvidar que va dirigido al hombre como persona con cuerpo, alma, espíritu que merece todo respeto y ayuda en su formación como ciudadano integrante de una familia, y de una sociedad.

    La Tecnología Moderna y los Valores Humanos.

    Las tecnologías modernas, son los medios materiales y organizaciones estructurales que sirven para aplicar los recientes descubrimientos científicos. Son un conjunto de instrumentos y de medios que se aplican en los procesos de diferentes ramas de la industria del sector productivo de bienes y servicios. Uno de los instrumentos que ha revolucionado la producción y distribución de bienes y servicios son las Importadoras Electrónicas a través de su dispositivo el Ship de Silesio.

    El uso actual de Páginas Web y Correo Electrónico, Internet, abarcan millones de usuarios que navegan en el Internet noche y día para bajar una serie de informaciones de diversa naturaleza, razón fundamental para los autores que publican, cultura, imágenes, publicidad, marketing, etc.

    Se sujete a los principios morales, debido a que los usuarios son niños, adultos de diferentes niveles de cultura que hacen uso de dichas informaciones para su vida laboral, familiar, y social y política.

    Luego de este preámbulo, analicemos un poco sobre los valores humanos propiamente dichos a la luz de la cultura general y la doctrina cristiana.

    domingo, 31 de octubre de 2010

    DESPRENDIMIENTODESPRENDIMIENTO

    DESPRENDIMIENTODESPRENDIMIENTO

    Es un valor, cuya función principal es enseñarnos a utilizar correctamente nuestros bienes y recursos evitando apegarse a ellos, los cuales muchas veces pueden llegar a estar al servicio de los demás. El desprendimiento definitivamente, nos educará para no girar en torno de las cosas materiales y pongamos el corazón en las personas.

    Dos cuestiones fundamentales en este valor, son superar el egoísmo e indiferencia al que acostumbramos a dejarlos como parte de nuestro ser. Para ello debemos reconocer que todos tenemos necesidades y en algunos casos, carencias. Lo bueno es dejar de lado, todo lo que nos hace ser indiferentes, para colaborar en el bienestar de los demás.

    La importancia que le cedemos a las cosas, el uso que hacemos de ella y la intención que tenemos para ponerlas al servicio de los demás, son algunos aspectos que hacen al valor del desprendimiento.

    Recuerda, los esfuerzos que hacemos a diario para poseer todo aquello que soñamos… son muchas veces bienes materiales, que nos crean una falsa ilusión y al cual pretendemos darle el valor de cubrir con nuestro vacío interior. Por ello, no dejemos que estas simples cosas se conviertan en los afectos en el orden principal, dejando de lado a las demás personas y su bienestar.

    Debemos tener en cuenta, que el cuidar de nuestras cosas y el buen uso que hacemos de ellas, no tienen nada que ver con el afecto denominado apego a las cosas materiales. Y justamente se origina en los recuerdos y el valor económico que generó la adquisición de los mismos.

    Justamente, el desprendimiento es el valor que nos ayuda a superar el aprecio y el sentimiento de posesión y exclusividad hacia determinadas cosas, para ofrecerlos gratamente a los demás.

    Este valor, cabe aclarar muchas veces se presta a confusión con el solo hecho de deshacernos de todo aquello que no utilizamos y no lo pensamos volver a manipular. Pero esa actitud, lo único que hace es manifestar hacia la persona que lo recibe, poco respecto por parte nuestra.

    Otra cuestión a tener en cuenta, es que este valor se centra en otros recursos más allá de los materiales. Por ejemplo: son importantes los momentos que brindamos en cuanto a nuestros conocimientos, cualidades y habilidades; hacia las otras personas. Pero siempre ello implica dejar de lado nuestro tiempo de ocio y descanso, preferencias y comodidades, para ayudar a quien lo necesite.

    Por ello, consideramos que el desprendimiento es una entrega totalmente generosa de lo que posemos y que por ende no tiene medida para su cumplimiento. Ejemplos de este valor podrían ser siempre de acuerdo a tus posibilidades, el cumplimiento en distintas obras de beneficencias, enseñar y aprender de todo lo que sabes hacia los demás, regalar cosas a las cuales considerar que son un apego, decir sí aunque te cueste cuando te pidan algo prestado, entre otras cosas.

    En pocas palabras, este valor nos ayuda a nosotros y por ende sociedad en su conjunto, ya que nos permite crecer como personas siendo más bondadosas y generosas. A su vez sentiremos que todos nuestros círculos íntimos (amigos y familiares) mejoraran relacionalmente y nos hará personas más actuantes desde el corazón.


    S A C R I FI C I O !

    El valor del sacrificio es aquel esfuerzo extraordinario para alcanzar un beneficio mayor, venciendo los propios gustos, intereses y comodidad.

    Debemos tener en mente que el sacrificio –aunque suene drástico el término-, es un valor muy importante para superarnos en nuestra vida por la fuerza que imprime en nuestro carácter. Compromiso, perseverancia, optimismo, superación y servicio, son algunos de los valores que se perfeccionan a un mismo tiempo, por eso, el sacrificio no es un valor que sugiere sufrimiento y castigo, sino una fuente de crecimiento personal.

    ¿Por qué es tan difícil tener espíritu de sacrificio? Porque estamos acostumbrados a dosificar nuestro esfuerzo, y a pensar que “todo” lo que hacemos es más que suficiente. Dicho de otra forma: debemos luchar contra el egoísmo, la pereza y la comodidad.

    Todos somos capaces de realizar un esfuerzo superior dependiendo de nuestros intereses: las dietas rigurosas para tener una mejor figura; trabajar horas extra e incluso fines de semana para consolidar nuestra posición profesional; quitar horas al descanso para estudiar; ahorrar en vez de salir de vacaciones... El problema central, es que no debemos movernos sólo por intereses pasajeros, debemos ser constantes en nuestra actitud.

    Es de suponer que el guardar la dieta, hacer ejercicio, pasar las horas con una lectura de particular interés o por nuestra mano dar mantenimiento al automóvil, suponen un esfuerzo personal -y dependiendo de su naturaleza un beneficio propio-, colaboran a vivir el valor del sacrificio, pero también es sacrificio saber dejar a tempo nuestras aficiones, aplazarlas y darles su momento, para servir a los demás y no descuidar nuestras principales obligaciones.

    Efectivamente hay personas que cumplen con sus deberes y obligaciones de forma extraordinaria, pero pocas veces llevan ese mismo esfuerzo en todos los aspectos de su vida: Pensemos en quien sólo asiste en casa los fines de semana pero se niega a convivir con la familia, salir de paseo o dedicar un tiempo a los hijos, argumentando cansancio y deseos de liberarse de la presión del trabajo. Pese a la realidad de esta situación, su sacrificio está delimitado por la rutina de la oficina, ¿no es esto algo extraño?. El valor del sacrificio contempla dar ese “extra” también en casa, en ese horario y con esas personas que desean gozar de la compañía generalmente ausente de cualquiera de los miembros.

    En muchas ocasiones caemos en actitudes que restan mérito a todo lo bueno que hacemos: expresar constantemente nuestro cansancio o echar en cara lo mucho que hacemos y lo poco que los demás nos comprenden. Esta forma de ser demuestra poco carácter y fortaleza interior, cuando no, un medio para evadir algunas responsabilidades.

    Son muchos los ejemplos de sacrificios comunes y corrientes, pero pocas veces se notan cuando no existe la intención de demostrarlo: salir a trabajar habiendo pasado mala noche, o tal vez con ciertos síntomas de enfermedad; sonreír a pesar de nuestro estado de ánimo, sea de enojo o tristeza; colaborar en los cuidados de un enfermo; limpiar el piso de la oficina que se ensució por descuido; no asistir a la reunión semanal para llevar a los hijos a un evento deportivo.

    Por otra parte, algunas situaciones son bastante fáciles de prever, como el compañero que siempre hace bromas pesadas; el bebé que una vez más necesita cambio de ropa; el platillo que nos desagrada; hacer fila en el supermercado... Son muchas las cosas que nos desagradan y no podemos esperar que todo sea a nuestro gusto. El verdadero valor del sacrificio consiste en sobrellevarlas, intentando poner buena cara, sin quejas ni remilgos.

    Con todos lo ejemplos mencionados, podemos darnos cuenta que la mayoría de nuestros sacrificios están orientados a servir a los demás; tal vez, ni siquiera nos habíamos percatado de la importancia que tienen esos pequeños detalles para formar una personalidad firme y recia.

    El espíritu de sacrificio no se logra con las buenas intenciones, se desarrolla haciendo pequeños esfuerzos. Por eso es necesario que tengas en mente: - Aprende a darle un tiempo prudente a tus aficiones y descansos. - Procura no hablar de tus esfuerzos, ni poner cara de sufrimiento para que los demás se den cuenta de lo mucho que haces. - Haz un poco más de lo habitual: juega más con tus hijos; limpia y acomoda algo en casa; recoge la basura de los pasillos; convive con los compañeros de la oficina... - Controla y modera tu carácter y estados de ánimo. - Este último punto contempla de alguna manera a todos los anteriores: Haz una lista de las cosas que te desagradan y las que te cuestan más trabajo, elige tres y comienza a luchar en ellas diariamente.
    Todo aquello que vale la pena requiere de sacrificio, pues querer encontrar caminos fáciles para todo, sólo existe en la mente de personas con pocas aspiraciones. Quien vive el valor del sacrificio, va por un camino de constante superación, haciendo el bien en todo lugar donde se encuentre.

    A P R E N D E R

    Solamente a través del aprendizaje, las personas obtenemos un conjunto de habilidades y conocimientos que nos proveen las herramientas para resolver todo tipo de problemas. Aprender supone una búsqueda cotidiana y permanente de conocimientos incorporados a través del estudio, la reflexión de las experiencias vividas y la realidad.

    Es así que en nuestra vida nos encontramos rodeados de diversas situaciones, ya sea en nuestro trabajo, la familia y en las relaciones interpersonales, en cada lugar debemos tomar iniciativas, resolver situaciones y enseñar a los demás a trabajar, y aprender de nuestros semejantes, a crear una mejor convivencia y a llevar una vida mejor. En este sentido, quien posea más herramientas para realizar estas tareas cotidianas, cumplirá con ellas de forma más eficaz, porque este valor no consiste en acumular conocimientos sino utilizarlos para ayudar, para transformar nuestra vida y nuestro medio.

    Muchas veces, se piensa que debemos aprender sólo lo que es necesario e indispensable, para desempeñar una actividad profesional determinada, o incluso, que la vida académica se resuelve haciendo un mínimo esfuerzo.

    Sin embargo, ¿por qué nos da pereza aprender? Sencillamente porque deseamos que todo tenga una utilidad práctica e inmediata (como el niño que aprende a contar y a conocer la denominación de las monedas, para comprar con la seguridad de no ser engañado); esto sin agregar el esfuerzo y el tiempo que supone estar frente a un libro o cualquier otro medio.

    Ocasionalmente encontramos a personas con la habilidad de obtener conclusiones casi instantáneamente, teniendo una respuesta y explicación para cualquier asunto, en fin, como si todo lo supieran. No obstante, sin quitar mérito a las aptitudes personales, lo excepcional -y producto del aprendizaje- es la capacidad de relacionar hechos, conocimientos y experiencias para tener un criterio bien formado y dar una respuesta oportuna y acertada en cada caso.

    Es necesario entender que el perfeccionamiento personal abarca la superación profesional, por lo tanto, debemos preocuparnos por profundizar. Terminar la universidad, comenzar una maestría, emprender un doctorado, asistir a cursos de actualización y diplomados. No podemos olvidar que en el mundo laboral de hoy tener un título universitario ya no es suficiente. Es necesario ir más lejos si se desea un progreso real.

    Sin embargo, también podemos obtener otros conocimientos no ligados inmediatamente a nuestra actividad profesional, que nos brindaran un panorama más amplio y acabado de la vida. En este sentido, podemos aprender historia, filosofía, doctrina, literatura, relaciones humanas; o conocimientos técnicos y científicos: manejo de programas para ordenadores (computadoras), administración empresarial, funcionamiento del cuerpo humano, primeros auxilios, nociones de mecánica automotriz o cualquier destreza manual.

    Quien aprende de sí mismo, disfruta de la actividad sin cuestionarse el cuándo y para qué utilizará ese conocimiento, cada vez le es más fácil aprender, pues al igual que el cuerpo humano, el intelecto también necesita desarrollarse.

    La ausencia de conocimientos muchas veces lleva a que no estemos preparados para la vida y para nuestra profesión, somos incapaces de prevenir y resolver problemas. En este sentido, si un padre de familia no advierte la formación que sus hijos reciben en la escuela, no encontrará explicación a sus cambios de conducta; tener una empresa dejando la administración en manos de otros, no siempre es conveniente; manejar personal sin tener nociones básicas del comportamiento y naturaleza humana, nos lleva a un trato impersonal.

    Progresivamente nuestra incapacidad nos convierte en dependientes de las circunstancias y de las personas, buscando culpables y eludiendo responsabilidades. Una persona en constante preparación, se muestra interesada en todo lo que rodea a sus semejantes porque quiere superarse y encontrar la manera de ser más útil.

    A su vez, muchas veces no comprendemos los acontecimientos actuales: el cambio cultural producido en los últimos 50 años, las controversias actuales sobre la vida humana; los conflictos internacionales. Podríamos llenar de ejemplos y la concusión sería la misma: es necesario aprender más para comprender mejor lo que sucede en nuestra vida y en el mundo, para dejar de pensar que todo es obra de la casualidad o producto del empeño de unos cuantos.

    Entonces, aprender algo nuevo no es pérdida de tiempo, es una manera de alcanzar la superación personal. Podríamos argumentar falta de tiempo y necesidad de descanso, pero todo es cuestión de organización y esfuerzo, tal vez en forma gradual, pero continua.

    Para reforzar el valor de aprender puedes:

    • Hacerte el hábito de leer al menos un libro por mes.

    • Terminar la universidad (si aún no lo has hecho)

    • Inscribirte en un curso de actualización o algún diplomado

    • Empezar la maestría

    • Cursar un doctorado

    • Escuchar noticieros, leer el periódico y acercarte a medios que te proporcionen información sobre la realidad que te rodea.

    • Comprar revistas sobre temas adicionales a tu profesión u oficio

    • Observar cuidadosamente las actitudes de los demás y procura obtener conclusiones que te sirvan en el futuro.

    • Desarrollar una nueva afición que te permita obtener nuevos conocimientos en un área que no conoces.

    El valor de aprender nos convierte en personas que tienen más herramientas para avanzar en la vida y para ser mejores seres humanos.

    lunes, 11 de octubre de 2010

    Según José Ramón Fabelo Corzo “las crisis de valores por lo general acompañan a las conmociones sociales que tienen lugar en los períodos de transición de la sociedad (progresivos, regresivos o de reacomodamiento. Se producen cuando ocurre una ruptura significativa entre los sistemas de valores pertenecientes a las tres esferas o planos que siguen:

    1. Los valores objetivos de la realidad social.

    2. Los valores socialmente instituidos.

    3. Los valores de la conciencia.

    Los primeros como parte constitutiva de la realidad social; de esta manera la actividad humana, sus tendencias, los objetos, fenómenos, procesos y sujetos adquieren una u otra significación social, en la medida en que favorece o no el desarrollo de la sociedad. Fabelo les llama sistema objetivo de valores y lo considera como dinámico, cambiante y dependiente de las condiciones histórico-concreto.

    Los segundos como el reflejo de esa realidad en la conciencia de los hombres. Está incluido en este grupo el sistema subjetivo de valores de los individuos en dependencia del grado de correspondencia entre intereses personales del sujeto con los intereses de la sociedad y también de las influencias educativas y culturales.

    Los terceros como el sistema de valores socialmente instituido y reconocido oficialmente, que puede ser resultado de la generalización de una de las escalas subjetivas existentes en la sociedad o la combinación de varias de ellas.

    viernes, 1 de octubre de 2010

    ¿Con qué descubrimos los valores y con qué los ponemos en práctica?

    El hombre tiene dos facultades superiores muy nobles: la inteligencia y la voluntad.

    A) Con la inteligencia el hombre descubre que las cosas son portadores de valores, tienen valores. Gracias a la inteligencia él sabe que puede comportarse sensatamente y guiarse no por el capricho, sino por lo que la razón le hace entender que es bueno. Con la inteligencia puede sopesar las cosas.

    B) Con la voluntad libre: rompe su indiferencia frente a las cosas y decide lo que aquí y ahora vale más para él y elige. Y al elegir, jerarquiza las cosas y se compromete con lo que elige. Al hacer esto forma en sí ACTITUDES que pronto se convertirán en hábitos operativos. Si lo que ha elegido es bueno y le perfecciona, entonces llega a la VIRTUD, que es la disposición permanente a comprometerse como hombre, a hacerse más hombre.



    Muchas veces los hemos sentido nombrar e incluso los habremos leído pero ¿sabemos cuáles son los valores universales? Pero más importante aún es la pregunta ¿qué son los valores universales? Dos preguntas que en más de una ocasión me han planteado pero para discutir sobre ese asunto ya que la moral y ética de cada uno de nosotros entra en este juego y como sabemos, nadie piensa igual.

    Debemos comenzar por diferenciar que es un valor y que es una norma pues son dos términos que solemos confundir cuando hablamos de estos temas. La norma es una regla impuesta para que nos comportemos de una forma determinada, respetando ciertos ordenamientos generalmente jurídicos, que se crean para el correcto funcionamiento de una sociedad.

    Los valores en cambio los asumimos de forma personal y son los que determinan nuestras actitudes y con ello, podemos ser juzgados como buenos o malos por una sociedad pero no necesariamente debemos ser penalizados por las normas. Los valores los sobreentendemos como “reglas” explícitas de cómo debemos comportarnos para poder vivir en armonía con quienes nos rodean. Ahora bien ¿cuáles son los valores universales?

    Si bien existen una serie de valores predefinidos, la lista puede ampliarse o reducirse según quien la escriba. Los valores universales que no pueden faltar a la hora de analizarlos son los siguientes:
    • La honradez, una de las mayores virtudes del ser humano pues incluye la confianza que se le puede tener a esa persona en todo ámbito de la vida.
    • La bondad, que se entiende como el valor supremo de la conducta humana. Gandhi es en este sentido, el ejemplo más claro que podemos encontrar a lo largo de toda la Historia.
    • La solidaridad, la cooperación para con otras personas es clave para que todos juntos podamos lograr los objetivos y mejorar día a día.
    • La libertad, uno de los “tesoros” que no podemos perder los seres humanos, poder decidir por nosotros mismos, tener la posibilidad de optar en todos los aspectos de nuestra vida.
    • El respeto, reconociendo así la dignidad y los derechos de todas las personas.
    • El amor, la fuerza de la unión y la armonía que nos permite sentirnos seguros de nosotros mismos entre una gran cantidad de sensaciones más que nos despierta. Hay que aclarar que no es exclusivo para el amor hacia una pareja, sino que aquí se integra el amor en el sentido más amplio de la palabra.
    • La tolerancia, tener la capacidad de escuchar a los demás y respetar sus opiniones.
    • La paz, que nos garantiza la armonía a todos los seres humanos.
    • La responsabilidad, teniendo capacidad de asumir tareas y compromisos cumpliendo con ellos.

    Los valores religiosos y morales son y deben ser los más importantes, porque se refieren a la dimensión decisiva de la existencia humana: su relación temporal y eterna con Dios y con los otros seres humanos. Luego siguen los valores del espíritu, que incluyen la disciplina mental para acceder a la verdad, para “retenerla” con una buena memoria y expresarla de modo claro y honesto; la fuerza de voluntad, que permite comprometerse en el trabajo, en el estudio o en las mil actividades de la vida familiar; la solidaridad, que lleva a los hombres a unir sus esfuerzos en la construcción de un mundo más acogedor; la justicia, que permite no sólo respetar los acuerdos o los derechos ajenos, sino promoverlos allí donde todavía son pisoteados... La lista podría ser muy larga, pero da una idea de lo urgente que es elaborar buenos programas de formación en los valores.

    Una sociedad que sepa proponer un programa exigente y completo de valores, apoyados y vividos desde una educación para la virtud, permitirá que los niños, adolescentes, jóvenes y adultos maduren cada día en su humanidad, vivan abiertos a los demás, y se preparen en serio a la meta en la que se decide, para siempre, el bien verdadero de cada uno de nosotros: el encuentro eterno con Dios. ¿No debería ser esa la señal inequívoca de que hemos sabido ofrecer un buen programa de formación en los valores?

    domingo, 19 de septiembre de 2010


    Distintas posiciones filosóficas y antropológicas han sostenido diferentes posturas acerca de su definición y realidad. Aquí solo vamos a mostrar las dos posiciones que nos parecen más interesantes o que han creado controversia.

    Uno de los puntos de vista defiende la existencia de los valores por si mismos, independientemente de todo e independientemente de que el hombre los perciba o no. Por otro lado, está la teoría que sostiene, que los valores son producto de la capacidad intelectual del hombre.

    En nuestra opinión, ambas posiciones poseen un criterio válido, ya que las cosas no existen con independencia de sus valores, y los valores no existen sin un sustrato que los mantenga. La persona valora las cosas, y el objeto o cosa ofrece un fundamento para ser valorado. La capacidad intelectual del Homo Sapiens ha de servirle para descubrir por qué una cosa es buena. Pero este descubrimiento solo es posible a quien contempla el mundo de forma positiva, a quien previamente ha comprendido que todo lo que nos rodea tiene una finalidad, un sentido, una razón de ser y que es buena.

    Luego de todo esto, podemos concluir que valor es todo aquello que hace a las cosas buenas.

    domingo, 12 de septiembre de 2010


    Si queremos educar en valores debemos tener un comportamiento valioso.

    La escuela no debe separarse de la familia.

    Es importante poner amor cuando se intenta educar en valores.

    La crisis de valores no es un aspecto ajeno a la intimidad humana, porque nace fundamentalmente de la ignorancia.

    Hay que recuperar la cultura del esfuerzo.

    En cada cultura los valores tienen una cotización diferente.
    Qué es un valor? y, ¿cuáles son las causas de la crisis de valores? Fueron los cuestionamientos del Dr. Aquilino Polaino-Lorente, al hablar de “Valores, un Proyecto de Vida”,
    Señaló que un valor es un aspecto del bien, es una perfección, la motivación para hacer algo, la norma o conciencia personal. En este sentido, dijo: “El tener más valores nos hace más perfectos” y cuando se vive ese valor como forma de vida cotidiana se hace una virtud, lo que supera a cualquier valor porque éste es general, existe lo viva la persona o no. En cambio, una virtud forma parte del ser humano en particular.
    Consideró que el valor es la madre de la motivación “porque nos motiva lo que vale”. Por eso, dijo, “A los valores les debemos cierta estima, porque son aspectos, representaciones, estimaciones del bien”.
    Explicó que ante los valores existen dos puntos que hace que nos confundamos: el aspecto objetivo (lo intrínseco del valor) y el aspecto subjetivo (porque pueden cambiar).
    “No hay relativismo en los valores, éstos pueden estar a la alza o a la baja en cada persona”, dijo.
    Al referirse a la crisis de valores, el Dr. Polaino-Lorente consideró que ésta no es ajena a la intimidad humana, porque fundamentalmente nace de la ignorancia.
    Destacó que algunas de las causas de esa crisis de valores son: La desorientación, porque no hemos elegido o jerarquizado nuestros valores. La confusión, porque según palabras de Eliot, para qué sirve tanta información y que poca ciencia y tanta ciencia y que poca sabiduría. La ignorancia de sí mismo. La ausencia de modelos en los que los valores se observen ya realizados; “pues sirve poco enseñar valores sino están en nuestro comportamiento. Cada maestro es líder y los niños los observan, si queremos educar en valores debemos tener un comportamiento valioso”.
    Otra causa de esta crisis es que los alumnos no se conocen a sí mismos, sus valores fuertes y sus limitaciones “conocer a los demás y enseñarlos a que se conozcan es educar en valores”.
    “La contraposición entre valores y antivalores a los que se está sometido”, es causa de la misma crisis.
    LOS VALORES en
    LA EDUCACION



    La educación en el proceso de integración es continua desde la etapa inicial del niño y su función es formarlo con una conducta basada en valores como lo son el respeto, la honestidad, responsabilidad, cooperación identidad nacional, solidaridad entre otros, para así estén preparado para la participación e incorporación a la sociedad en esta investigación los alumnos, nosotros los docente y comunidad somos las piezas claves para alcanzar dichas metas ya que cumplimos con el deber de organizar, dividir e evaluar y sobre toda las cosas colaborar con la educación de nuestros niños.

    También nosotros los docente ejecuta roles muy importante como lo son ser facilitador, orientador experto, modelo asesor innovador y pensador, promotor social basándose en la inquietudes del niño y le entrega las herramientas para la vida que van a ser utilizadas por ellos para integrarse en la vida social de una manera acorde.

    La educación en valores dentro del ámbito educativo es un tareas bastante complejas que implica buscar las vías para así llegar a cada una de las áreas sociales del estudiantes con una comunicación acorde donde se puedan conseguir y crear espacios que estén involucrados el educador educando y la comunidad donde se esté valorando las diferentes relaciones personales que surgen de una manera constructiva y sean positiva.

    Es por ello que la educación debe estar basada en valores morales que suponen la comprensión y adquisición de conceptos y formas de actuar de acuerdo con valores sociales de responsabilidad, solidaridad, participación, respeto, justicia, deben conducir a un desarrollo de una moral autónoma, que conlleve una verdadera actitud democrática. Este es el objeto que se persigue al incluir el eje de valores en el currículo de la escuela básica, a fin de fomentar la reflexión permanente sobre situaciones que contribuyan a crear actitudes criticas frente a nuestra sociedad.



    Valores EN LA SOCIEDAD

    ¿Qué son los valores?...

    Podrían ser cualidades, costumbres, mitos, pero lo que sí, es que cada quién como individuo elige los valores que quiere mostrar ante una sociedad que juzga; porque no mencionarlo, la falta de valores, pero; ¡Quién decide que es los que esta bien o está mal! pero ¿es alguien tan perfecto como para poder juzgar a los demás por sus actos y falta de valores, sin caer en los mismos errores?, creo que la respuesta a estas preguntas es que cada quien cree lo que quiere en la vida y para eso hay opciones.
    Hay quienes se basan en los valores humanos, que sólo perseveran buscando la estabilidad y el reconocimiento ante una sociedad que no perdona y sólo tiene memoria para recalcarte tus errores sin ver tus aciertos, que no respeta tu libre albedrío , que sólo enjuicia, dice y trata de lo que esta bien o está mal, sin tomar en cuenta causas y efectos, los valores humanos fallan porque no hay nadie perfecto, ni esa persona en la que tanto confías porque como todo ser humano en algún momento deja todo por nada, falla y comete errores, por lo cual poco a poco va hacia la decadencia, al creer que no hay quien merezca tu ilusa perfección, pero los seres humanos también culpan al otro de sus errores, de su desequilibrio, siendo que el equilibrio es uno mismo; pero no, la sociedad solo juzga y pide cuentas.
    Pero también hay quien cree en el valor espiritual, en el que hay un ser supremo que te guía y sabe que existe un destino, en el que hay miedos, pero en el que hay que recorrer los caminos solo con fe, en el que nuestro ser supremo olvida y perdona y respeta nuestro libre albedrío, que entiende nuestras necesidades de ser escuchados y de afecto, el que no modifica sus valores porque todos llevan a una meta. Ese ser supremo en el que se cree pregunta el ¿por qué?, no tiene juicios, tiene preguntas.
    Así cada persona tiene los valores que demuestran realmente en sociedad y no de los que algunos se mofan pero en realidad carecen…

    Para poseer la virtud, RECIPROCIDAD TERRENAL, los comportamientos más importantes que se deben tener son::

    1- Respetar a nuestra Madre Tierra evitando el contaminarle sus aguas, suelos y atmósfera.

    Entre más la contaminemos, más contaminación recibiremos nosotros mismos, y como consecuencia, más enfermedades y calamidades. Entre más contaminemos la atmósfera, más calentaremos la superficie terrestre en sus aguas, suelos y aires, haciendo que se desequilibrien sus condiciones, y provocando con ello enormes trastornos y daños al sistema y a todos los seres vivientes.

    Si nosotros NO tratamos bien a nuestra MADRE TIERRA, ella NO tendrá capacidad para tratarnos bien a nosotros.

    2- Respetar, amar y cuidar la vida no humana como son los animales, aves, peces, plantas, hongos, bacterias, microbios y virus.

    Si no respetamos, amamos y cuidamos esas vidas, y ellas se acaban, también nos acabaremos los humanos. Somos todos engranajes diferentes de una misma máquina, entrelazados y necesarios entre sí.


    domingo, 29 de agosto de 2010


    Muchas veces se estima que de todos los sentimientos humanos, el más efímero es la gratitud. Quizás haya algo de cierto en esta aseveración. Ya que el saber agradecer es un valor en el que pocas veces se piensa. Tradicionalmente nuestras abuelas nos lo decían "de gente bien nacida es ser agradecida".

    Para algunas personas dar las gracias por aquellos servicios cotidianos es muy fácil: el desayuno, la ropa limpia, la oficina aseada... Sin embargo, no siempre es así.

    La gratitud implica algo más que pronunciar unas palabras de manera automática, sino que responde a aquella actitud que nace del corazón, en aprecio a lo que alguien más ha hecho por nosotros.

    Ahora bien, la gratitud no "devolver el favor": si alguien me sirve una taza de café no significa que después debo servir a la misma persona una taza y quedar iguales... El agradecimiento no es pagar una deuda, es reconocer la generosidad ajena.

    Aquella persona agradecida busca tener otro tipo de atenciones con las personas, no piensa en pagar por cada beneficio recibido, sino en poder devolver la muestra de afecto o cuidado que tuvo.

    Una muestra sincera de agradecimiento proviene de un niño cuando con una sonrisa, un abrazo o un beso le agradecen a sus padres aquellos obsequios o presentes ¿De qué otra manera podría agradecer y corresponder unos niños? Y con eso, a los padres les basta.

    En este sentido, estas muestras de afecto constituyen una manera visible de agradecimiento; la gratitud nace por la actitud que tuvo la persona, más que por el bien (o beneficio) recibido.

    A lo largo de nuestra vida nos rodeamos de personas por quienes tenemos especial estima, preferencia o cariño por "todo" lo que nos han dado: padres, maestros, cónyuge, amigos, jefes... El motivo de nuestro agradecimiento se debe al "desinterés" que tuvieron a pesar del cansancio y la rutina. Nos dieron su tiempo, o su cuidado.

    No debemos olvidar que nuestro agradecimiento debe surgir de un corazón grande.

    No siempre contamos con la presencia de alguien conocido para salir de un apuro, resolver un percance o un pequeño accidente. ¡Cómo agradecemos que alguien abra la puerta del auto, para colocar las cajas que llevamos, o nos ayude a reemplazar el neumático averiado!

    El camino para vivir el valor del agradecimiento tiene algunas notas características que implican:

     Reconocer el esfuerzo de los demás cuando nos proporcionan ayuda

     Acostumbrarnos a dar las gracias

     Tener pequeños detalles de atención con todas las personas: acomodar la silla, abrir la puerta, servir un café, colocar los cubiertos en la mesa, un saludo cordial...

    La persona que más sirve es la que sabe ser más agradecida.


    Podríamos definirla en palabras justas como una virtud, la cual nos ayuda a actuar frente a las situaciones diarias de la vida, con mayor conciencia. Gracias a ella, nuestra personalidad concordará con alguien decisivo, emprender, comprensivo y conservador. Es decir, la prudencia pasa inadvertida ante nuestros ojos, ya que es muy discreta.

    Tal es así, que las personas que viven esta virtud, son aquellas que toman las decisiones acertadas en el momento y lugar adecuado; lo que se proponen lo logran con éxito, en las situaciones más difíciles demuestran calma y serenidad, entre otras cuestiones.

    Como mencionábamos anteriormente, este valor, nos ayuda a actuar correctamente ante cualquier circunstancia, mediante la reflexión y razonamiento de los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones en la misma.

    Las emociones, el mal humor, las percepciones equivocadas de la realidad y la falta de la justa y necesaria información; en la mayoría de los casos proporciona que tomemos las decisiones incorrectas. Es decir, que posiblemente esto refleje que nos cuesta mucho reflexionar y conversar con calma en cualquier hecho. Es decir, que la prudencia se forma en nosotros por la manera en que nos conducimos frecuentemente, y no a través de lo que aparentamos ser.

    Las consecuencias de ser imprudentes, se presentan en todos los niveles de nuestra vida; es decir, en lo personal y colectivo. Por ello, siempre es necesario saber que todas nuestras acciones deben estar destinadas a proteger la integridad de los demás sujetos como primer medida y como símbolo de respeto hacia nuestra especie.

    El simple hecho de lastimar a los demás, de tener preocupaciones, no poder comprender los errores de los demás, imposibilitar la vida de los demás o ser antipáticos; son motivos comunes en donde deberíamos centrar nuestras fuerzas, para luchar y tratar cada día de ser un poquitos más prudentes.

    Detente a pensar un momento y aprecia las cosas en su justa medida. Luego observarás que todos hacemos más grandes los problemas de los que verdaderamente son, y actuamos y por ende decimos, cosas que por lo general luego terminamos arrepentidos.

    Otra cuestión, es tratar de no aparentar ser prudentes, ya que esto significa que no somos capaces de actuar adecuadamente, decidir y comprometernos, por el simple temor que poseemos, junto a la pereza y las razones que creemos son valederas. Seamos sinceros con nosotros mismos y reconozcamos que hay algo que no nos gusta o nos incomoda en determinadas circunstancias.

    La inconsciencia en nuestros deberes y en el actuar cotidiano, reflejan la falta de prudencia en nuestras vidas. Nunca pensaste que trabajar con intensidad y provecho, cumplir con las obligaciones y compromisos, ser amables con las personas y preocuparnos por su bienestar general, son una manifestación fiel de esta virtud humana.

    Ahora bien, ¿Cuáles son los verdaderos beneficios de actuar con prudencia? En primer lugar, conservamos un buen estado de salud, ya sea física, mental y espiritual; manejamos nuestro presupuesto apropiadamente, cuidamos de las cosas para que ellas funcionen y permanezcan en condiciones para nuestro bienestar.

    ,Ojo el ser prudente no significa que estemos exentos de equivocarnos. Todo lo contrario, uno aprende de los errores una y otra vez, porque reconoce en cada uno de ellos sus fallos y limitaciones. Uno aprende, pide perdón y consejos.

    Recuerda, las mejores decisiones para actuar provienen de la experiencia. Todas las cosas que se desarrollan a nuestro alrededor nos enseñan a ser más críticos y observadores, prediciendo los éxitos y fracasos para cualquier acción a emprender.

    Entonces, la prudencia será el valor que nos guíe por el camino más seguro, construyendo en nosotros una personalidad más segura y perseverante, capaz de comprometerse en todo y por todos, el cual generara confianza y reflejará amabilidad por el prójimo.

    A LE G R I A


    Se puede definir a la alegría como algo simple cuya fuente más grande y profunda es el amor. Sin embargo, no es tan sencilla como parece. La alegría es un gozo del espíritu. Nosotros somos seres que experimentamos diferentes sensaciones, el dolor, el sufrimiento, pero también las emociones opuestas a estas, el bienestar y la felicidad.

    La alegría es un gozo opuesto al dolor, ya que la primera proviene del interior. Es decir, desde el centro de nuestra mente, de nuestra alma. Todo ello se manifiesta con un bienestar, una paz reflejada en todo nuestro cuerpo. Por ejemplo, sonreímos, tarareamos, silbamos y por sobre todas las cosas nos volvemos más afectuosos. Tal es así, que este estado suele contagiar a quienes nos rodean.

    Decidir como afrontar con nuestro espíritu las cosas que nos rodean, es la actitud por la cual surge la alegría. Es decir, no dejarse afectar por las cosas que los rodean y decir que su paz sea mayor que las cosas externas, por lo que esta alegría podríamos decir proviene de adentro.

    Como mencionábamos anteriormente, su fuente tradicional, intensa y grandiosa es el amor, especialmente en pareja. Cabría preguntarnos ¿por qué?, es muy simple. El amor rejuvenece y es una fuente espontánea y profunda de alegría. Por lo tanto, ese amor es el principal combustible para estar alegres.

    Nuestra alegría es algo que lo pensamos muy poco, sin embargo surge en aquellos momentos de manera espontánea y por diversos motivos. Por lo que dejamos que la vida siga su marcha, sin ser conscientes de que la alegría se construye, por lo que siempre la buscamos.

    Tomar con poca seriedad nuestras obligaciones y compromisos para vivir tranquilos y por ende estar alegres, no es la solución más adecuada. Tal es así, que aquella persona que busca evitar la realidad, gana una alegría forzada, es decir, vive inmerso en la comodidad y en la búsqueda de placer, lo cual tiene una corta duración.

    Entonces, para vivir el valor de la alegría, debemos ver lo bueno que hacemos con voluntad, esfuerzo, energía y cariño. Desde el trabajo que realizas, por mas que sea el mismo todos los días, ya que el beneficia a otras personas, a tu familia, pero también lo hace a ti.

    Por otra parte, la satisfacción de proporcionar educación, alimentos y cuidados a tu familia; hace que sientas gusto por su júbilo. El tener amigos y vivir en armonía con la sociedad; mantener buenas relaciones con tus vecinos, ser aceptado por tu educación y respeto demostrado ante los demás, el cuidado del medio ambiente y la participación en iniciativas de ayuda a los más necesitados; son motivos de gozo y satisfacción interior.

    Ayudar con todos nuestros medios y posibilidades a nuestro alcance, sin interés alguno y por el simple hecho de sólo querer hacerlo, da la sensación de que el valor de la alegría está totalmente distanciado del egoísmo. Y esto es así, ya que todas las personas están primero que la nuestra.

    La sensación del deber cumplido, cada vez que realizamos algo bueno, con sacrificio o no, y con desprendimiento de nuestra persona y de nuestras cosas, nos excede de paz interior, y eso es alegría.

    Por lo tanto, todo lo que apreciamos y valoramos en la vida, se debe al esfuerzo que pusimos para lograrlo y alcanzarlo, entonces su consecuencia más inmediata serán los beneficios que obtendremos de ese desempeño.

    Ahora, algo importante a no olvidar, es que un motivo suficiente de alegría y de fiel agradecimiento, es el poseer vida. Y sin lugar a dudas, que por más circunstancias adversas que se nos presenten, siempre sacaremos de nosotros algo positivo y de provecho para ayudar a los demás.

    Y por último, acordate de que todas las personas somos capaces de dispersar desde lo más adentro de nuestro ser: alegría. Simplemente con una sonrisa o con actitudes serenas de tu persona, exteriorizaras este goce, lo cual es propio de una persona que sabe apreciar y valorar todo lo que existe a su alrededor. La capacidad de experimentarla se aprende, se cultiva, y por ende, se incrementa